Al principio de este camino creí tener los conceptos claros. La arquitectura de información es una forma de organización y etiquetado. ¿Podríamos decir que esta definición es incorrecta? Digamos que no, pero si está incompleta.
Esta disciplina organiza los contenidos dentro de unas cajas con etiquetas pero es cierto que un solo contenido puede encontrarse desde varios puntos. Siguiendo con el símil de la mudanza podríamos decir que hay cosas que podrían guardarse en más de una caja a la vez y que dependiendo de la persona, lo buscará en un lugar o en otro. Es decir, que los distintos usuarios podrían seguir distintos pasos para llegar al mismo lugar. Lo cual nos empuja a crear cajas más flexibles.
Es por ello que es primordial comprender esos caminos, como hemos aprendido en los User Journeys, y conocer sus modelos mentales, como hemos comprendido en el Card Sorting. Ambas técnicas nos dan visibilidad sobre las necesidades de los usuarios y acercan nuestra solución a sus objetivos.
¿Y como haremos nuestras cajas más flexibles? Mediante la navegación, un concepto nada contemplado en mi definición inicial. La navegación son las andaduras que sigue el usuario por los caminos que le hemos proporcionado. Siempre con la intención de que llegue a su meta, por tanto, existe una relación muy estrecha entre cómo el usuario se mueve y cómo organizamos las cosas, ya que se moverá por aquella estructura que hayamos definido.
Para llevar a cabo dicho camino, nos basamos en los anteriores descubrimientos. Plantear un Árbol de navegación nos permite ver las relaciones de los contenidos de todo el producto. Ahí plasmamos todas las posibilidades de movimientos que tiene el usuario. Y para testar que nuestro usuario puede lograr sus objetivos por esos caminos dibujamos los Diagramas de flujo. Estos también nos permiten detectar los posibles problemas o puntos ciegos que tenemos en nuestra estructura.
Este último punto ha sido el más complejo de asimilar para mi. En mi concepto de la arquitectura de la información no cabía el movimiento, no cabía la navegación. Para mi eran cajas estancas dónde debíamos depositar el contenido. Gracias a este reto he aprendido a plantear la arquitectura completa y a prever los movimientos de los usuarios.
Para mí ha sido un descubrimiento más de cómo necesitamos investigar, analizar y poner al usuario en el centro del proceso. No podríamos nunca dar respuesta a sus necesidades sin conocerlos y un producto que no aporta un valor no será un producto duradero. Es importante darnos cuenta que no diseñamos para todos, ya que sino estaremos diseñando para nadie, y que hemos de prestar atención a las diferencias principales para aportarles valor ahí.
En el ejercicio del CCCB he procurado centrarme en el core: accesibilidad, comunidad y apoyo. Existen más productos de actividades y seguro de museos pero pocos que atienden en especial el crear comunicación entre las personas y preocuparse en que vivan una experiencia acompañados. Esto es lo diferencial que necesitaban nuestros usuarios, tanto Laura como Eike. Cada uno con énfasis en alguna parte más concreta pero ambos son atendidos en el mismo producto.
En conclusión, creo que he completado de forma correcta la definición que tenía en mi cabeza. El caso es tan sencillo como el día que haces una mudanza con tu madre. Ambas guardareis todas las cosas pero no siempre lo haréis en las mismas cajas. Ella sabrá, porque te conoce, dónde la has metido y por ello tomará ese camino hasta dar con ella. En este caso los diseñadores hemos de ser la madre que sabe cómo piensa su hija y da con la solución para hacerle el camino fácil.